​Tanto secretismo transforma sus caras en máscaras, una clara enajenación cómoda para poder consumir los productos que nos "ofrecen" los aristocárnicos, su consumo está prácticamente libre de nuestro remordimiento; nadie sabe lo que pasa ahí dentro, pero lo cierto es que es un verdadero holocausto.
La industria alimentaria, no solo es una injusta masacre de vidas de terráqueos inocentes, es una destrucción masiva de fauna marina, de tortura en las granjas y de distribución de comida cancerígena directa a los platos de los omnívoro, (esto último reconocido por la OMS.http://www.who.int/features/qa/cancer-red-meat/es/)
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Con esta propuesta, hago un memorandum a todas esas vidas anónimas truncadas, que nunca vieron la luz del sol excepto, el día de entrada en la granja tras 38 días de vida, y el día en la que se los llevó el camión para ir al matadero 5 meses después.
Una serie de fotos hecha desde el absoluto respeto y empatía, una serie melancólica, y cruda cómo lo que debió ser para ellos y ellas vivir ahí dentro. Personalmente, esta creación ha sido un momento de catarsis para mi, poniéndome en su piel, pensando en cuantos miles de millones de animales están pasando ahora mismo por esa situación. A su vez, no pudiendo evitar sentir una gran alegría al estar pisando un lugar que ya no genera ese sufrimiento, por su abandono.

Mi finalidad es búsqueda de la consciencia para el cese de estas situaciones, permitir que pase esto esta siendo cosa de todos, ABRAMOS LOS OJOS!



Fotos tomadas en Octubre del 2016 por Marta Baceiredo Talavero y Grisel.la Domenech Fernández.